ElPozo – Jaén FS (3-2) | Los murcianos le arrebatan la cuarta posición a los jiennenses en un encuentro en el que fueron más efectivos que los andaluces, en virtud del número de ocasiones, y se vio favorecido por dos decisiones arbitrales cuando la soga estaba más apretada al cuello. Sea como fuere, los charcuteros callan bocas por resultados (fotografía: Pedro J. Chaves/Jaén FS).
Líbrense los colegiados de ser juzgados por cualquier boca impertinente, ni siquiera por Dios, pues no se le presupone intención alguna a la hora de señalar las acciones que ocurren en el juego. Las circunstancias —o quién sabe, el azar— pueden influir en algunas decisiones, al menos eso lo parece. Sin que el ElPozo Murcia lo esperara, se vio bastante favorecido por dos designaciones arbitrales dignas de estudio. Una, rigurosa (aunque cuela). Otra, desastrosa. Lo que es cierto es que el local ganó y adelantó a su rival (3-2) en el partido más destacado de la fecha.
Lo que está libre de todo juicio de valor es la calidad de Pito. No se entiende que no juegue más de 39 minutos en este esquelético ElPozo. Él solo se bastó para protagonizar los mejores brillos del partido. Un sombrerito a Bingyoba, una pisada de 90 grados y un gol estratosférico. Le vino una pelota a su pierna derecha, en apariencia escorada, y giró el tobillo de forma tan imprevista que Chino dio por perdido el balón. Se quedó como una estaca: clavado. Con la izquierda, el brasileño la mandó arriba y a la izquierda. O sea, a la escuadra, para firmar el 1-0. Fue cambiado ipso facto porque, al parecer, los genios deben descansar antes que asombrar.
No dejó el ex de Carlos Barbosa de ser protagonista, a pesar de que los jiennenses generaban ocasiones en mayor cantidad que su rival, y también tuvo que ver en la segunda jugada más importante de la primera parte. Se tropezó en plena área andaluza e, inexplicablemente, Bingyoba fue a recriminarle algo —seguro que con el sombrero en mente— para lanzarle un puntapié que se quedó en puntita. La expulsión, rigurosa, la ejecutó el árbitro. De chiste, tanto para el dueño del silbato como para el futbolista amarillo, que no debe dar pie a que la autoridad dude entre tarjeta amarilla o roja. De ahí nació el 2-0 murciano por culpa de Marinovic, empeñado en adquirir galones esta temporada. La superioridad de hombres fue determinante.
Poco antes, los encargados de impartir justicia habían desestimado una hipotética segunda tarjeta amarilla (en consecuencia, convertida en roja) a Matteus por un claro agarrón a un contrario. Ostensible, diría. No se siguió el mismo criterio, según se le pregunte a cualquier aficionado.
El encuentro ya estaba condicionado y la losa de dos goles, por mucho que en la anterior jornada le hubieran remontado tres a los de Duda, pesaba como cinco. Una segunda vez parecía excesiva. No cesó en su empeño los pupilos de Dani Rodríguez en crear fisura en Fede, con balones francos, disparos cruzados, vaselinas y hasta largueros, pero no fue hasta el juego de cinco, con dos minutos y pico por delante, cuando Mauricio se benefició de un robo de Jordi Campoy (a Pito) para regatear al arquero contrario y recortar distancias. Poco después volvió el silbato a estar precipitado. Un balón le rebotó a Mauricio en su propio costado, dentro de su propia área, suficiente para el referí. En su defensa habría que declarar que en la tele, en la primera toma, parecía mano. El problema, si me permiten la aclaración, es que el árbitro estaba a unos cinco metros y con el horizonte despejado. El 3-1 se lo adjudicó Álex. Sin tiempo para más, Mauricio disparó en una acción posterior y su disparo lo desvió Matteus para el 3-2 final.
De esta forma, el ElPozo Murcia despeja poco a poco los fantasmas a base de resultados, este bastante importante, para colocarse en cuarta posición antes de visitar el Palau Blaugrana. A los jiennenses les sabe mal perder la condición de invictos y querrán desquitarse ante el Ríos Renovables Zaragoza en La Salobreja.