(Firma invitada: David Sánchez / Foto: Toño de la Parra)
Al principio no sabía quien era. Más alto que yo, gafas de pasta negra y chandal de equipo. No fallaba. Le veía con un carrito de supermercado. Allí llevaba petos, conos, camisetas técnicas y otros víveres para la prole interista. Se paseaba colocando todo. Recogiendo, ya después, hasta la última prenda tras del calentamiento en cada uno de los partidos. Pero antes, antes venía a mí.
No se le olvidaba. Yo que soy mucho de carraspear para tener la voz lista, le necesitaba. Él traía lo que yo quería: una simple botella de agua. Bueno, dos.
De ahí nació nuestra pequeña relación. Eso nos unía cada partido como local. Eso y aquella broma con la porra del resultado o ese último chascarrillo antes de un ‘Clásico’. Su sonrisa trasmitía nobleza.
Lo fui conociendo a él y, años más tarde, a su mujer. Ya me saludaba. Y siempre que iba con mi micro, a cuestas, le decía «Dos (botellas), Ceci, dos». Él ya sabía. Las colocaba en mi mesa, sonreía y se marchaba a otro puesto de prensa.
Iba de acá para allá. Pero siempre con su carrito. Era su vida. Sus chicos. Su Inter. La alegría por un gol temprano celebrada desde su puesto en el banquillo. El trasiego en los empates. La mueca en la derrota. La felicidad, al fin, de UEFA Cup. Pero, después, a su carrito.
Llevo cinco años en el Fútbol Sala. Cinco años cubriendo a Movistar Inter en los que he presenciado todas las competiciones de clubes donde ha participado el equipo. Él era el salvador de mi garganta.
No sé quién cuidará ahora de sus conos, petos y demás cosas. No sé quién me dará el agua. Solo sé que cada vez que caiga en mi mano una botella, en ese Pabellón, a partir de hoy, seguiré viendo al hombre del carrito.
Descansa en paz, Cecilio.
David Sánchez (@DASanchez__)
Desde #LPNSM queremos mandar nuestras condolencias y nuestro más sentido pésame a los familiares, diirectivos, cuerpo técnico, trabajadores del club, jugadores y aficionados. Pérdida irreparable