Cuando el pasado 30 de octubre vimos en El Bosque a Diego Armando Maradona todos supimos, aunque nunca comprendimos o no quisimos comprender, que todo iba llegando a su fin. El DT de Gimnasia y Esgrima pisó el césped por última vez para recibir un emotivo homenaje por su sesenta cumpleaños pero no pudo sentarse en su trono para dirigir a su equipo en la victoria ante Patronato. Recibió los obsequios, los aplausos, el cariño de la gente y se fue, como buenamente pudo, del brazo de dos hombres directo a vestuarios y de ahí, a su casa.
Este sería su último acto público. Después vino su ingreso en La Plata, su traslado a la Clínica Olivos y la operación por el hematoma subdural que martirizaba su cabeza el pasado 4 de noviembre. Tras el parche a su estado de salud después de pasar por quirófano venía una difícil recuperación, con el pelusa en el alambre. Y, este 25 de noviembre, su agotado corazón decidió echar el freno. Hoy, su más fiel compañera y amiga, la pelota, sufre más que nunca. Porque la pelota no se mancha, pero llora sin consuelo, a sabiendas que nadie la querrá como la quiso el diez.
Reconozco ser un enfermo de Maradona. De siempre, desde que era pequeño y empecé a ver fútbol. Eran otros tiempos, no teníamos los avances de ahora, pero todos los de mi generación (cosecha del 81) crecimos a la vez que lo hacía la leyenda de Maradona en Nápoles o con Argentina. Incluso nos dio tiempo a verlo en el Sevilla y en Boca. Y lo vimos llamar “hijos de puta” a los italianos que silbaban el himno argentino en Roma. Y, lamentablemente, también vimos como le cortaban las piernas en el 94. Entre tantas otras. Vimos su ocaso y revivimos sus mejores momentos.
Y sí, siguieron pasando los años y seguí siendo fiel seguidor a todo lo que envolvía al Diego. Entradas de partidos en Nápoles, camisetas, libros, fotos, vídeos, documentales, canciones, partidos… Cualquier cosa, todo me hacía y me hace descubrir algo nuevo de Maradona. Es algo que, aunque ya no esté, seguirá como siempre ya que su leyenda no la apaga un latido. Porque, en cada tema, siempre hay algo nuevo en torno a su figura legendaria. Muchas cosas buenas, otras malas, pero nunca indiferentes. Siempre me cautivó su personaje, lo que significaba, lo que representaba. Tanto es así, que si me encanta tanto el fútbol argentino, Boca, La Bombonera, sus gradas, su gente, su mundo, su selección, es gracias a él. A nadie más. Siempre alrededor de Maradona he ido adentrándome en ese mundo tan sublime que es el fútbol argentino, el fútbol y los argentinos.
Y fue viendo vídeos de Maradona como llegamos a que si estás leyendo esto en La Pelota No Se Mancha y no en otro lado es gracias al Diego. Yo que era de cuaderno y boli, un día me atreví a crear un blog para empezar a hablar de muchas cosas pero, sobre todo, de fútbol sala. No sabía cómo llamar a ese rincón, la verdad. Y fue el día de mi cumpleaños, el 10 de noviembre de 2010, cuando leí que se cumplían nueve años de aquel discurso del 10 en el que decía que “el fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Eso no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. Pero, la pelota… LA PELOTA NO SE MANCHA”.
Y parafraseando a Maradona, yo también me dije que “el fútbol sala es el deporte más lindo”. Con el que he crecido desde niño y con el que he disfrutado, sufrido y sonreído desde dentro y desde fuera. Y además, un deporte que era más puro que su hermano mayor, el fútbol. Lo vi idóneo. Y siempre desde esta web pelearemos por el fútbol sala y porque en nuestro deporte la pelota no se manche, por mucho que algunos lo intenten en estos últimos años.