Todo parecía ir sobre ruedas cuando en marzo tuvimos que encerrarnos en casa por una pandemia mundial. Fue el inicio de un cambio global que por supuesto afectó a nuestro deporte y a nuestra manera de vivirlo.
Albert Einstein dijo: “El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información”. Este 2020 hemos realizado pues un máster en aprendizaje basado en la experiencia y el fútbol sala no iba a ser menos.
Si algo hemos aprendido en este 2020 es que todos somos igual de importantes. Se tenga el papel que se tenga. Desde la limpieza, seguridad o recogepelotas hasta el mismísimo presidente de un club. Desde aquí, gracias a los trabajadores de la limpieza, a los de seguridad, a los recogepelotas, a los utilleros. Vosotros sois el motor que mantiene vivo a día de hoy este deporte. Los que hacéis posible que podamos disfrutar más tranquilos, que podamos ir a los pabellones con seguridad. Gracias infinitas.
Si algo hemos aprendido en este 2020 (y estamos aprendiendo), o eso espero, es que juntos somos más fuertes. Lo reconozco, suena a tópico. Pero es tan real como el año que hemos vivido. Hemos sido capaces de dejar diferencias a un lado para remar en el mismo sentido. Bueno, no todos. Pero esa es otra historia.
Si algo hemos aprendido en este 2020 es que el calor de una afición es mucho más importante de lo que nos imaginábamos. Y que sin los aficionados el fútbol sala no es fútbol sala. Aquella pista que era complicada por el empuje de su gente ha dejado de ser complicada. Celebrar el gol de la victoria mirando a una grada vacía. Levantar un título sin festejarlo con tu gente y sin recibir ese reconocimiento. Conquistar un título sin poder celebrarlo con los que te quieren, sin ese abrazo de tus padres, sin ese beso de tu pareja, sin ese cariño y “enhorabuena papi” de tus hijos, sin esas fotos para el recuerdo con los tuyos.
Si algo hemos aprendido en este 2020 es que el fútbol sala sin su gente no es fútbol sala. Vivir una final o una tanda de penaltis con ese silencio, te encoge el alma, te eriza la piel. Te devuelve a la vida real, a esa famosa “nueva normalidad” que te crea un nudo en el estómago. ¿Os imagináis cómo hubiera sido esa eterna tanda de penaltis en las semifinales de la Copa del Rey entre Jaén Paraíso Interior e Industrias Santa Coloma con sus aficiones en el pabellón? ¿O la del Barça en las semifinales de Champions en el Palau?
Parece que fue otro siglo cuando vivimos la Copa de España de marzo con un Martín Carpena hasta la bandera. Ni el mejor final escrito por Spielberg: que los últimos encuentros con público fueran los del torneo más bonito y especial que tenemos.

Tanda de penaltis de las semifinales de Champions entre Tyumen y Barça. (Foto: LPNSM)
Si algo hemos aprendido en este 2020 es que la comunicación es más importante que nunca. El único medio que nos queda para seguir uniendo a la afición con los jugadores y sus equipos. La comunicación. Tan puñetera a veces, ese cuchillo de filo recién afilado. La comunicación. Ese aliado perfecto este 2020. Gracias a la comunicación hemos conocido mejor la otra cara de este deporte y de sus protagonistas. Nos hemos reinventado para llegar a cada rincón y para que el aficionado siga estando cerca.
Si algo hemos aprendido en ese 2020 es que si se quiere, se puede. Ejemplo de ello son los clubes que han hecho malabares para salir adelante. Ejemplo de ello son los clubes que apuestan jornada tras jornada por hacer llegar los partidos a su gente. Esa gente que siempre está ahí y que llenaba los pabellones de colores y calor.
Si algo hemos aprendido en este 2020 es que aún hay clubes que siguen sin ver que la comunicación y los medios son su mejor pareja de baile. Este año ha sido el momento perfecto para hacer crecer este deporte, llegar a más público, mostrarlo más humano, diferenciarse del resto. Ojalá todos lo hubieran entendido igual de bien.
Y la otra historia…
Si algo hemos aprendido en este 2020, por desgracia, es que con guerras no se llega a buen puerto. Bueno, sí, al del descontento de la afición. A esa que alejas cuando es más necesaria que nunca. ¿De qué sirve una guerra si el único beneficiario tiene y debe ser este deporte y su gente? ¿De qué sirve una guerra si no se avanza? ¿De qué sirve una guerra si se retrocede y volvemos a la casilla de salida?
Si algo HE aprendido en este 2020 es que el fútbol sala es de la gente, de sus trabajadores a la sombra y de los jugadores. Sin ellos, todos los demás no somos más que actores secundarios. Pero, sobre todo, he aprendido que es el deporte más bonito que puede haber: tanto dentro de la pista como fuera de ella.
Por un 2021 con el calor y color de la afición. Por un 2021 en el que podamos seguir disfrutando de este deporte como nunca.

La vuelta de la afición a La Caldera de Ribera. (Foto: Toño de la Parra | LPNSM)